En un punto de mi vida en que todo se hizo oscuro, casi negro, ella se convirtió en mi “ángel de la guarda”. Sin duda es una gran profesional, “a la antigua usanza”, de los que te hacen sentir que eres algo más que un paciente… Siempre la he sentido apoyándome, preocupándose, cuidándome… y con una generosidad personal que la hace distinta al resto. Ella me enseña, me hace reflexionar, me muestra caminos que ni siquiera parecían existir, dándome otra visión del mundo. Personalmente, es esa persona que me mostró que siempre hay esperanza…Vanesa me ha enseñado a convivir en paz conmigo y con la enfermedad, sin dejarme nunca.
(Inmaculada, Vigo)