MATRESCENCIA

Cuando nace un bebé, nace una madre.

Probablemente nunca has visto el paso a la maternidad como algo así, el nacimiento de una nueva identidad, pero lo cierto es que en este momento de la vida, dos roles que a simple vista parecen contrarios, aparecen para convivir ambos en la misma persona: el rol de hija, el cual llevas ejerciendo muchos años y al que ya estás acostumbrada y ahora el rol de madre. 

Pasas de tener un papel en el que te cuidan y protegen a ser tú la cuidadora y protectora.

Este momento tan trascendental de la vida de una mujer, no sólo viene acompañado por los cambios que se ven a simple vista y todos conocemos: una barriga que crece, el cansancio, y obviamente un bebé en brazos. Detrás de los cambios físicos hay muchos otros que quedan ocultos a los ojos y que hacen que la mujer pase por una especie de segunda adolescencia.

Estamos hablando de una serie de cambios hormonales, cerebrales, sociales, físicos, etc. que parece que tienen mucho en común con la etapa adolescente. Es por esto, que han denominado a esta crisis vital, “matrescencia”, lo que podríamos traducir como la adolescencia de la maternidad.

El término «matrescencia», empezó a ser popular hace relativamente poco tiempo, en 2008, cuando la psicóloga Aurelie Athan comenzó a usarlo para hacer referencia a esta “profunda transformación que conlleva la maternidad”.

En esta etapa nos encontramos con niveles muy altos de hormonas sexuales, que son las que producen todos los cambios físicos que se experimentan, el aumento del pecho, la barriga o los cambios de humor, al igual que en la adolescencia se viven numerosos cambios en el cuerpo. También se produce una especialización a nivel cerebral, se potencian áreas responsables de la capacidad de comprender y cuidar a los demás, para promover que la madre esté preparada para crear un vínculo fuerte con su bebé.

De esta manera lo que se consigue es preparar al cerebro, en el caso de la adolescencia para ser adultos eficientes y adaptados, y en el caso de la matrescencia, para ser las mejores madres para nuestros bebés.

La transformación que ocurre de la niñez a la adultez es igual de potente y exige cambios muy similares a la transformación que se produce al pasar de hija a madre. Debido a estos cambios, se pueden experimentar sentimientos encontrados entre querer pasar tiempo con tu bebé y cuidarlo pero también la necesidad de tener tiempo para ti y recordar a la mujer que sigues siendo. Todo esto, acompañado de un sentimiento de falta de comprensión por parte de nuestro entorno, que desconoce todo este cambio por el que estamos pasando.

Es por esto que es necesario tener información sobre lo que vamos a vivir durante esta etapa tan bonita de la vida, porque, comprender lo intensa y compleja que puede llegar a ser, te ayudará a transitarla con más calma y comprensión contigo misma, entendiendo la delicadeza que merece este momento que vives. Así que recuerda que es importante dejarte cuidar mucho, disfrutar, exigirte muy poco y pedir ayuda siempre que lo necesites.

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